Posteado por: oceanido | noviembre 22, 2008

Una semana

Emergido

Emergido

El tiempo fluye como un río y nosotros somos los peces que nadamos en él.  Ya solo falta una semana para el viaje.  Me he dado mis vueltas por Manzanillo y he visto a Beni un par de veces.  Está nervioso y el barco aún tiene infinidad de detalles por completar.  Parece que nos vamos sin haber acabado de instalar la cocina, por lo que nos la arreglaremos con un asador para poder hacer nuestros alimentos.  Diferentes amigos que ha  visto la nave de lejos me han hecho sus comentarios : que si jala rápido, que se ve bien, que cambió mucho de cuando lo sacaron del fondo del mar. 

Sobre esto último Beni me pidió unas fotos que tomé cuando se hicieron las maniobras de salvataje y emergió a la superficie cubierto de conchuela y algas parduzcas que le daban el aspecto chocante de un espectro a la luz del mediodía.  Me tocó estar ahi al segundo día y era imposible caminar descalzo sobre la cubierta, pues los sacabocados laceraban sin miramientos a los que se encargaron de limpiar el barco.  Lo primero fué raspar con barreta todas estas superficies para poder transitar libremente. Luego vinieron interminables horas de bombeo del agua del interior del barco, junto con toneladas de lodo del fondo marino que forzosamente subieron a superficie al hacer flotar el barco.  Mario localizó varias vías de agua y las selló cuidadosamente.   Una vez asegurada su estanqueidad, la nave se dispuso a esperar a que El Negro comenzara la penosa tarea de juntar el dinero para poder repararlo y convertirlo en el soñado negocio de live aboard.  La parte que con Mario nunca llegó.

Me preocupa, de una manera que nunca lo había hecho, el súbito cambio de ambiente.  Del de trabajo en oficina, frente a un monitor intentando imaginarme como es la persona al otro lado de la línea , enviando datos y fotografías via Internet a seres cercanos electrónicamente, a el de la inmersión total en el medio áspero del mar.  Hace tanto tiempo que no voy que hasta temo me vaya a marear en el camino. 

Me pregunto por mil cosas, me preparo para mil incomodidades, me imagino tormentas inexistentes, veo surgir los monstruos con los que los navegantes europeos decoraban sus concepciones del mar y el abismo al cual se precipitaban como gigantesca cascada todas las aguas de la Mar Oceana.  En este momento me parece que todos son muy reales.

Por otro lado me tranquilizan las palabras de Marcelo Aldano, director del Museo Naval de Acapulco, con el cual comenté todo esto el día que intentaron botar a Lucìa Celeste. 

– Tranquilo-me dijo- déjate llevar.  No intentes forzar a la isla para que sea lo que tu quieras.  Prepárate para disfrutar lo que venga y para aceptar el sentimiento de soledad y abandono que este lugar va a inspirar en tí.  No quieras controlar todo, mas bien, deja que las cosas se vayan dando.  Verás que cuando regreses no serás el mismo.  La isla cambia a todos lo que la visitan.  Los hace…crecer.

Nódulo polimetálico

Nódulo polimetálico

Subrayó todo esto con una sonrisa ligera y a continuación pasó a hacer una revisión rápida para mí de algunos de los hitos históricos del atolón.  ¡Qué lugar tan extraño!  Parece mentira que en un sitio tan pequeño y aislado se hayan dado episodios de tanto dramatismo.  Apenas es algo mas que un anillo arenoso de 11 o 12 km de longitud y es también centro de un conflicto futuro entre la orgullosa y colonialista Francia con el apocado y tímido México, pues los recursos pesqueros que se amparan en la Zona de Mar Patrimonial alrededor de la isla son abundantes y en las profundidades abismales, en esa región a la que nunca ha llegado el sol, esperan a ser explotados los valiosísimos nódulos polimetálicos, pelotitas del tamaño de uvas o ciruelas compuestas de hierro en proporciones variables con manganeso y otros metales, y para los cuales la tecnologìa de explotación es todavía cara e insegura.  La zona de la Fractura de Clarion-Clipperton es una de las zonas más prometedoras en este sentido a nivel mundial.

En verdad que es una zona de dragones y krakens aguardando a los desprevenidos navegantes y buzos de todas las nacionalidades.  Y quizá todos esos monstruos legendarios no sean otra cosa que una metáfora elegante de lo que serán las guerras futuras por recursos escasos entre países que ahora son hermanos.  Es por este contexto tan particular que a partir de ahora me referiré a la Isla del Médano, a la Isla de Clipperton, a la Isla de la Pasión sencillamente por el nombre de La Isla.


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